DÍA DE MUERTOS EN LA COMUNIDAD MAZAHUA
La cultura mazahua representa, en la actualidad, uno de los grupos indígenas más arraigados en el Estado de México. Sus comunidades se localizan en el noroeste y comprenden municipios como Atlacomulco, Jocotitlán, El Oro, San Felipe del Progreso, Ixtlahuaca, Villa Victoria, Villa de Allende, Donato Guerra y Temascalcingo. En el estado de Michoacán y Pátzcuaro, los mazahuas del Oriente michoacano poseen algunas peculiaridades que rompen con el común de la celebración.
Los mazahuas tienen la creencia que las almas de sus difuntos regresan en forma de mariposa monarca para disfrutar de las ofrendas que los deudos colocan en altares de frutas y pan con forma de animales. Tiene la creencia que el espíritu de los niños llega el 1 de noviembre a la una de la tarde. Para darle la bienvenida realizan una procesión desde la iglesia hasta el panteón para “encaminar el alma” o recibirlos, para despedirlos es inverso. El 2 de noviembre se celebra la fiesta más grande y la gente mazahua de todas las comunidades acuden al panteón a dejar flores a las tumbas, algunas personas acostumbran adornar muy bien las tumbas con cempasúchil, colocan coronas y es el único día del año en que el panteón se encuentra adornado. Los mazahuas han conservado la tradición de no sepultar a sus muertos al azar; por el contrario, cada familia tiene su propio espacio. Los esposos son enterrados lo más cerca posible uno del otro; los hijos, alrededor de sus padres, y los nietos, en torno de aquellos, en sucesiones generacionales El abuelo y la abuela son adornados con la misma categoría y en similitud de cruces y flores; en caso de que la esposa haya sido madre política, su tumba presentará menos arreglos. Las flores y veladoras significan que los familiares difuntos son bienvenidos. Además, se adornan con rosarios confeccionados con flores de muy diversos colores; el número de rosarios también es un indicador del lugar que el difunto ocupó en la familia. As imismo, la repartición del tipo de flor depende de la jerarquía del difunto; por ejemplo, las gladiolas moradas son colocadas en las tumbas de los abuelos, ya que éstas son las más caras. La procesión es encabeza con la imagen del santo patrono, seguida por los habitantes, que llevan un arco hecho con carrizos y adornado con flores de cempasúchil, así como dulces, comida, bebidas y música. Altar compuesto por frutos que se dan en la región: plátanos, manzanas y naranjas; comida: panes con figuras de mariposas, perros, conejos y palomas; bebidas alcohólicas, pulque, aguardiente y zende (licor de maíz fermentado). Los mazahuas creen que el bien y el mal viven dentro de los panteones pero llegado el Día de muertos, el mal sale y provoca todo tipo de desastres. Para evitar que este dañe a las personas muertas colocan sobre las tumbas esculturas para ahuyentar el mal. Las familias que tienen la tradición de colocar alguna ofrenda, escogen un lugar de la casa donde se improvisa un altar con imágenes religiosas, se cubren los espejos, se coloca la fotografía del difunto, todo sobre un mantel blanco al cual se le deshoja cempasúchil, colocando después los alimentos así como los cirios o las lámparas de aceite que arderán toda la noche. El incensario de barro ocupa un lugar importante ya que ahí se quema: el incienso, mirra y estoraque con el fin de limpiarles el ambiente y el camino a las almas de los fieles difuntos. De los alimentos los difuntos solo tomarán la esencia; creencia que vale la pena recordar también fue practicada por los egipcios. En varias poblaciones del Estado de México para la ofrenda del día 1 por los "Angelitos", se prepara chocolate, atole, dulces y algunos otros platillos típicos para los niños; en algunas regiones se agregan juguetes de barro o madera y las velas, tantas cuantas son los infantes muertos que la familia recuerda. Algunos también adornan el altar con manteles con bordados resaltantes que representan la cultura mazahua y sobre todo no puede faltar la fragancia que impregna el copal que la gente utiliza para hacer la bendición de la ofrenda que se ha colocado. El rol de la mujer, principalmente la madre, marca rasgos particulares de identificación de la tradición con la familia a través de las diferentes funciones que cumple al interior de la familia, pues se encarga del aseo, compra de ingredientes para la ofrenda, preparación de alimentos, arreglo de la casa, colocación de la ofrenda y de todas aquellas otras actividades que hacen posible la continuidad de la tradición y el rito religioso-cultural. Un altar puede tener tantos niveles como la familia desee y como su creatividad le permita, los más frecuentes son: Altar de dos niveles: que representan la división del cielo y la tierra en el que se representan los frutos de la tierra y las bondades del cielo. Altar de tres niveles: representan, el cielo, la tierra y el inframundo, aunque para la religión católica representa la santísima trinidad. Altar de siete niveles: son el tipo de altar más convencional, representan los siete niveles que debe atravesar el alma para poder llegar al descanso o paz espiritual. Una vez instalado el altar, se colocan los siguientes elementos: Imagen del difunto: se coloca una imagen, pintura o fotografía del difunto al que se honra en la parte más alta y destacada del altar. Arco: se coloca arriba del último piso un arco hecho de [carrizo], [palmilla] o flores que simbolizan ser la puerta de entrada al mundo de los muertos. Además también se le cuelgan en él algunos dulces o fruta que más les parezca. Velas o veladoras: como representación del elemento fuego suelen añadirse velas, veladoras y cirios, por su fácil manejo y su relación con los símbolos religiosos. En su versión menos frecuente pueden añadirse antorchas y fogatas controladas que representan la guía para el alma, incluso la luz en su camino de vuelta al mundo de los muertos. Se colocan cuatro cirios para representar una cruz y los cuatro puntos cardinales. Agua: El agua, fuente de vida, se brinda a los difuntos para que mitiguen la sed producto del largo camino Tierra: en la representación de la tierra se debe incluir diversas semillas, frutos, especias y otras bondades de la naturaleza. Se utilizan diferentes semillas como el maíz y el cacao para formar patrones en el suelo, en su mayoría una cruz. Flores: Las flores fungen como ornato en todo altar y sepulcro. La flor de cempasúchil, la nube y el amaranto o moco de pavo son las especies más utilizadas para el adorno de un altar. Las flores significan la pureza y ternura. La preparación de ramos de flores para la ofrenda a cargo del matrimonio de cada hogar se ofrece a Dios y con los que se purifica al resto de la familia.Los pétalos del cempasúchil son utilizados para marcar el camino que las almas recorrerán desde el panteón hasta el lugar donde los esperan con un Gran Banquete Calaveras: Las calaveras son golosinas que representan alusiones a la muerte. Son coloridas calaveras de azúcar, barro, chocolate o yeso con adornos y patrones en ellas, gustan por su rico sabor y olor. También son una burla hacia la muerte y se les escribe en la frente el nombre del comprador o de una persona viva. El posible origen de las calaveritas puede relacionarse con el tzompantli, una hilera de cráneos de guerreros sacrificados colocados en un palo. El pan de muerto: es un tipo de pan dulce que se coloca como ofrenda hacia los muertos, tiene un par de tiras sobre la corteza que representan un par de huesos. El pan de muerto desciende del pan de maíz hecho por las civilizaciones del México antiguo. También el pan es el símbolo de invitación fraternal para con el recién llegado Bebidas alcohólicas: algunos altares contienen bebidas alcohólicas como tequila, rompope y pulque servidos en recipientes de barro, utilizados para mantener el tradicionalismo. Puede incluirse cualquier otra bebida que le haya gustado al difunto.
El copal y el incienso alejan a los malos espíritus, son elementos de alabanza, representan la ofrenda a Dios y unen al que lo ofrece con el que lo recibe. Objetos personales: en el altar se colocan diferentes objetos personales que hayan gustado al difunto o que de alguna forma se relacionen con su vida, como objetos que utilizó en su trabajo u oficio. Si el altar se dedica a una persona menor, se suelen colocar juguetes y dulces. Perro: se coloca la escultura de un perro o un perro real de la raza Xoloitzcuintle, representando al dios Xólotl, se dice el perro ayudará a cruzar a las almas el río Itzcuintlan (primera dimensión para llegar al Mictlán). Se colocan también un par de huaraches para ayudar al alma a que cruce el río.
El día 2 de noviembre, en las casas por la mañana, un grupo de niños toca la puerta de cada hogar mazahua para despedir y encaminar a los fieles difuntos que se retiran al panteón, su eterna morada la mujer mazahua los recibe con agrado, les reparte a cada niño una fruta de todas las que hay en la ofrenda, les da un pan, a su vez ellos la depositan en un morral de lana bordado que les cuelga al hombro.
Enseguida, la indígena toma de la ofrenda una vela encendida y se la da a un niño, un linder quien encabeza al grupo para encaminar a los difuntos hasta el panteón, los niños que integran al grupo deben ser ajenos a la casa donde van a despedir a los difuntos, pues de lo contrario sería una ofensa. Pero también los municipios del Estado de México colindantes con la región Oriente de Michoacán, como San Felipe del Progreso, Villa Victoria, Villa de Allende y Donato Guerra, entre otros, han aportado elementos a esta tradición, como lo es La Santa Rosita, ofrenda en la que se rinde tributo a los cuatro elementos –agua, tierra, aire, y fuego- que son representados con la Estrella del Oriente; para la elaboración de la misma se requiere de un tiempo aproximado de doce horas y que todo elemento dentro de la ofrenda será purificado con el apoyo del copal y de los cantos, mientras que las velas denotan el alumbramiento de las ánimas. Día de Muertos es una de las festividades cuando actúan los voladores de San Pedro Tarímbaro que es el único lugar en el pueblo Mazahua y en el occidente de México donde se realiza este rito. Un flautín y un pequeño tambor, marcan el ritmo de la caminata, y el lugar específico de cada uno de los cuatro voladores de San Pedro Tarímbaro o Tarimangacho de la Estaca, en Tlalpujahua, Michoacán, pueblo indígena conocido así antes de la conquista, de la llegada de los españoles. Ataviados con un traje rojizo y una camisola blanca, los jóvenes se preparan para convertirse en semidioses -según la mitología griega- ya que sólo a ellos les es permitido alcanzar el cielo. Tras recorres el área de vuelo, un giro inicial de quien toca el tambor y flautín coloca al primer volador. La comitiva prosigue hasta que se marca la segunda vuelta, y con ello el puesto del siguiente danzante aéreo, y así hasta completar el grupo. La tradición prehispánica mantiene aún en nuestros días un profundo respeto por los cuatro elementos, al igual que por los cuatro puntos cardinales, quizá es por esta razón que sólo son cuatro los danzantes y no cinco, como se acostumbra en otras partes de la República o del extranjero.